UNA CRUZ, UNA HISTORIA
Luego de enterrar a los
héroes del 20 de febrero de 1813, el General Manuel Belgrano colocó una humilde
cruz de madera en la fosa común de los guerreros.
El Gobernador Feliciano
Antonio Chiclana la reemplazó, a pedido del mismo Belgrano, por otra cruz
pintada de verde, con la leyenda cristiana ``A los Vencedores y Vencidos''.
Este símbolo fue sintiendo el paso del tiempo sobre sus maderos, hasta que
el Gobernador Pablo Latorre ordenó su restauración en 1834 y su posterior
colocación sobre una base de ladrillo, en el sitio ocupado anteriormente.
La
cruz sirvió de centinela a las cenizas de los caídos por más de 60 años y
carcomida por la intemperie y al tiempo cayó al suelo partida en dos.
El campo memorable era,
desde hacía tiempo, lugar de paseo de los seminaristas, se podían desenterrar
balas de plomo redondas, de los viejos fusiles que sirvieron para las campañas
de la independencia.
Un día los niños del Seminario, rescataron la vieja cruz
en el momento en que un campesino se disponía a acharla para leña.
Se
encontraba carcomida en la base y servía de alojamiento a las lechuzas.
El Monseñor Piedrabuena,
Rector del Seminario, la entregó al gobierno.
En mayo de 1899, la Comisión Pro
- monumento 20 de febrero restauró la cruz, depositando los maderos en un
estuche de hierro con vista de cristal. Este trabajo fue realizado en Buenos
Aires por los Señores Bellagamba y Rossi.
Luego de su restauración
fue colocada en el atrio de la Catedral en una ceremonia patriótica -
religiosa.
Estuvo mucho tiempo en este lugar hasta que fue llevada a la Iglesia
de la Merced, donde se encuentra actualmente.
En cuenta de la vieja
cruz, se instaló un simil de hierro en el lugar original
No hay comentarios:
Publicar un comentario