ANECDOTARIO HISTORICO DE
SALTA
Chocolate SARAVIA,
Disfrazado de Leñatero Posibilito el Triunfo de BELGRANO en Salta.
"Siguiendo nuestra
marcha descubridora, por un campo sembrado de cadáveres y de armas, de baúles
destrozados y de toda clase de restos de equipajes, incluso el coche del
general Tristán..."
Inicio esta nota
transcribiendo parte de las " Memorias póstumas " del
General José María Paz al relatar un episodio surgido cuando acompañado por el
valeroso y sagaz salteño José Apolinario Saravia -conocido popularmente como
"el Chocolate" Saravia "por el color cobrizo muy subido, de
tinte amoratado", al decir por el prestigioso historiador Jacinto R.
Yaben- recorrían el Campo de la Tablada aquel 24 de setiembre de 1812 después
de la sangrienta batalla de Tucumán.
No se tiene fecha cierta
del natalicio de José Apolinario Saravia pero sí, que fue a fines del siglo
XVIII. Su padre Pedro Saravia para que recibiera mejor instrucción lo trasladó
a Buenos Aires siendo condiscípulo de Bernardino Rivadavia.
Propio de la fogosidad
impulsada por su juventud abandonó el colegio para abrazar las armas de la
revolución, alistándose en las filas del Ejército Auxiliar que partió el 6 de
julio de 1810 de Buenos Aires bajo el mando del Coronel Francisco Antonio Ortiz
de Ocampo, ostentando el grado de subteniente del Regimiento 6 de Infantería.
No fue fácil el cometido
de esta expedición en razón que Córdoba se había sublevado contra el gobierno
surgido el 25 de Mayo siendo cabecilla de los sediciosos el valeroso defensor
de Buenos Aires ante las invasiones inglesas y ex virrey Santiago de Liniers.
Como es sabido Ortiz de Ocampo hizo omiso la disposición del Primer Gobierno
Patrio siendo reemplazado ante presiones de Mariano Moreno, secretario de la
Junta, poniendo a la cabeza del Ejército a Balcarce, Chiclana2
ROMANCE AL CHOCOLATE SARAVIA
Como quien busca
lanceros
en estas tierras
hidalgas,
agrimensor de la
Historia
me fui por tierras de
Salta.
Llené mis cofres en los
rumbos
con nombres como
esmeraldas,
y me faltaron las manos
para contar las
palabras.
Pero de pronto, en la
senda,
como despierto fantasma,
un tambor batió redobles
en hontanares del alma.
Para qué seguir buscando
por estas tierras
hidalgas,
si estaba saliendo al
paso
los que mis ansias
buscaban.
Greda con greda de
cielo,
varón como los de
cuanta,
en frente mío se alzaba
¡el Chocolate Saravia.
¡Qué sacudón tremendo,
qué signo de esperanza!
¡Qué ganas de alzar los
brazos
en gesto de clarinada!
Se me nublaron los ojos,
se me frustró la palabra
¡con sólo saber el
nombre
del Chocolate Saravia.!
Un escuadrón de
recuerdos
gritó ¡presente! en mi
alma
y el cielo vistió de
orgullo
de sus colores de
patria.
Dos nombres baraja el
viento
por las tierras nobles
de Salta:
los de Tristán y
Belgrano
para quemarse en la
hazaña.
Y allá por otro camino,
no el que miran las
miradas,
alerta como los tigres
un hombre de los de
cuanta.
Un hombre que lleva
altivo
como quien lleva una lanza,
el orgullo del salteño,
la dignidad de la raza.
¡Ese nombre era tu
nombre,
mi Chocolate Saravia!
En tus manos se amasaba
destino de la batalla,
La Gloria bajaba virgen
por sendas de tu
quebrada
para decirle a Belgrano
la bienhadada palabra.
¡Manes de Chachapoyas
alertaban tu mirada,
hijo humilde de este
pueblo
donde se agranda la
patria!
Y todo fue como un
cuento,
como una historia
sagrada,
en un veinte de Febrero
para jamás olvidarla.
Palomas con tierno
arrullo
del cielo de tus hazañas
en esta tarde de junio
te están quemando
alabanzas.
Y yo que soy peregrino
de tierras que tú
ignorabas,
por un argentino y por
hombre,
tejiéndote un homenaje
pongo tu nombre en mi
lágrima,
¡soldado sin uniforme,
mi Chocolate Saravia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario