jueves, 7 de junio de 2012


 FELIPE VARELA

ESTE PERSONAJE FUE ASCENDIDO  A GENERAL DE LA NACIÓN POR LA PRESIDENTE CRISTINA

Nació en Huaycama, departamento de Valle Viejo, provincia de Catamarca probablemente el 11 de junio de 1821, siendo sus padres el caudillo federal Javier Varela y su madre María Isabel Ruarte o Rubiano.

Fue militar y hacendado, ya que poseía campos en Guandacol, provincia de La Rioja.

Fue un acérrimo enemigo de don Juan Manuel de Rosas en la década de 1840, por lo cual debió exiliarse en Chile, donde se incorporó al ejército de ese país.

Ocupó luego, en la entonces Confederación Argentina (después de la caída de Rosas ), el cargo de segundo jefe de la frontera en Río Cuarto.

Bajo las órdenes de Urquiza, participó de la batalla de Pavón, en el año 1861, donde es derrotado por Bartolomé Mitre

Pasa a enrolarse en las filas del Chacho Peñaloza, en clara sublevación contra las autoridades nacionales. 

Fue nombrado por Peñaloza, como Jefe de Policía de la ciudad de La Rioja, pero en el año 1863, procede a invadir la provincia de Catamarca. 

Combatió contra el famoso General Paunero, en los enfrentamientos de Las Playas y Lomas Blancas.

Luego de que el General Peñaloza fuera asesinado en la localidad riojana de Olta, se refugió en la provincia de Entre Ríos, donde ocupó el cargo de edecán del gobernador Urquiza.

Luego volvió a Chile, donde se puso en contacto con un grupo llamado La Unión Americana. 

Al regresar al país, liquidó sus posesiones de Guandacol para equipar un contingente de exiliados argentinos y de chilenos simpatizantes a esta causa. 

La ola de acontecimientos que se sucederían, comienza con la sublevación de las tropas mendocinas que debían partir a la guerra del Paraguay. 

Estaba comandada por el General Juan de Dios Videla.

Con el contingente de tropas que había equipado, más los reclutados de otras montoneras que habían quedado sin jefes, entró al país bajo el lema: “Federación o Muerte”. 

Otros caudillos se le unieron, tales como Santos Guayama, Sebastián Elizondo y Aurelio Salazar, llegando a integrar un ejército de 5.000 hombres.

El ataque a la Provincia de Salta

Al acercarse a Salta, lo hizo por Molinos donde lo esperaba una fuerza de 700 hombres al mando del Coronel Pedro José Frías. 

La columna de 250 hombres al mando del Coronel Sebastián Elizondo, según el Dr. Atilio Cornejo, dispersó en la cuesta del Tacuil, a las fuerzas del Coronel Frías, a pesar de su mayor número.

Varela prosiguió su marcha hacia Salta, y en la cuesta de Las Cuevas, se encontró con una fuerza enemiga de 500 hombres al mando del Coronel Francisco Centeno, a la que también derrotó.

El día 9 llegó desde Cachi hasta las proximidades de la ciudad de Salta, donde esperaba enfrentarse al enemigo.

El día 10 de Octubre, mandó una comunicación al gobernador Ovejero, intimándole que entregara la plaza en el término de dos horas, garantizándole su persona, y la de todos los suyos, al tiempo que le prevenía, que de no contestar “lo haría responsable, ante Dios y la Patria, de los perjuicios consiguientes, y de la sangre que se derrame en los momentos del combate”.

La respuesta recibida, fue que si él tenía soldados, el gobernador también los tenía, y cañones para defenderse. 

Varela entonces ordenó atacar la plaza “y, después de dos horas y media de vivísimo fuego, quedó definido el combate por los Salteños (“ quedò definido el combate por los míos, quedando yo dueño del campo”. 

Ovejero- Leguizamón).

Es importante destacar que el Sr. Gobernador de Salta, Don Sixto Ovejero pertenecía al Partido Federal, que en las elecciones presidenciales sostuviera la candidatura de Urquiza  (si...del mismo Urquiza que tenìa como edecàn a Felipe Varela ) , en contra de Sarmiento, que finalmente se llevó el triunfo eleccionario.

Como decìamos, Varela penetró por Molinos, asolando lo que encontraba a su paso, especialmente las fincas de los Gómez y de los Isasmendi, en particular Colomé, perteneciente a doña Ascensión Isasmendi de Dávalos, recientemente viuda del ex gobernador don José Benjamín Dávalos; se vio obligada a refugiarse en la hacienda de su prima hermana en San Isidro-Campo Santo-; era su prima doña Hortensia Valdés Gorostiaga, casada con don Juan Fernández Cornejo.

En Aguas Calientes robaron muchas cosas de la Iglesia. 

Una de las partidas de Varela encabezada por Santos Guayama, bajó a San Carlos y Cafayate. 

Allí degollaron a Dámaso Rodríguez y a Liborio Ochoa.

El 8 de octubre las fuerzas de Varela entraron a Rosario de Lerma, con 900 a 1.000 soldados. 

Los oficiales al mando de esta tropa eran Santos Guayama, Elizondo, Corvalán, Chumba, Cáceres y otros, entre estos varios chilenos. 

Ese mismo día don Juan Martín Leguizamón, nombrado Jefe del Estado Mayor, dispuso la defensa de la plaza, construyendo barricadas y trincheras que llevaron el nombre de las 14 provincias.

La tarde del 9 de octubre el Gobernador Ovejero recorrió a caballo las trincheras, para alentar con su presencia a los defensores. 

Se reunieron 255 armas de fuego, entre escopetas, fusiles y rifles y a falta de balas se fundió el plomo que pertenecía a la imprenta de los niños expósitos. La pólvora se fabricó en el Colegio Nacional, pero resultó de mala calidad.

Ese mismo 9 de octubre de 1867, Varela llegó a la ciudad practicando un reconocimiento de la plaza, y lanzándose al ataque, fue rechazado, retirándose por la noche, al Campo de la Cruz, hacia Vaqueros.

Volvió el día 10 de octubre, enviando el ya comentado ultimátum y la respuesta de los 10 rifleros de Leguizamón. 

En esta acción Varela perdió 200 hombres entre muertos, heridos y prisioneros. 

De los defensores de la ciudad murieron don Baldomero Castro, don Natal Castro, D. Patricio Varela, D. Borja Avedaño y otros más. 

El Jefe del estado Mayor D. Juan Martín Leguizamón recomienda por su heroísmo al Comandante de Artillería D. Francisco Host, y al Gral. Manuel Puch. El Jefe de la Plaza Gral. Nicanor Flores así lo confirma.



Los primeros combates se libraron al norte de la plaza principal, especialmente en casa de la señora Candelaria Viola de Ortiz.

La tropa de Varela durante una hora, saqueó las iglesias y las casas de familia.

Las mujeres refugiadas en los templos, fueron echadas a sablazos, y las tiendas saqueadas

El Gobernador Ovejero, don Manuel Puch y muchos vecinos se refugiaron en el templo de San Francisco.

Los sacerdotes fueron vilmente apaleados tratando de hacerles confesar el paradero de los refugiados, lo que no lograron.

Las casas de comercio de los vecinos principales fueron arrasadas

También degollaron a personas indefensas y hacharon al anciano Juan Motta en un altar de la Iglesia de San Francisco.

También arrearon haciendas y caballadas y cuanto botín encontraron en su camino.
Se suceden luego movimientos militares, al mando del Coronel Martín U. Cornejo y el General Octaviano Navarro en el centro de la Ciudad de Salta que de esta Gloriosa manera combatiò, resistiò y expulsò al invasor.
Varela sabía que el General Navarro lo perseguía con una fuerza de 2.500 hombres, pero lo aguardó en el Campo de la Cruz. 

“Varela dice: “que no tenía un solo cartucho para quemar”. 

Navarro no atacó a Varela no obstante saber que sus hombres eran nada más que 400 o 500. 

Varela se llevó las seis piezas de artillería tomadas a Salta en aquel 10 de octubre de 1867, más algunas municiones y vestuarios.

Luego emprendió la marcha hacia Jujuy, ciudad que tomó el día 13 de octubre del mismo año. 

La ciudad había sido abandonada por su gobernador Dr. Cosme Belaunde. 

Varela quería aprovisionarse de armamento para volver sobre Navarro, y luego sobre los Taboada. 

Luego de esto Varela siguió hasta Humahuaca para luego solicitar asilo en Tupiza-Bolivia-. 

Felipe Varela actuaba protegido por los gobiernos de Bolivia y de Chile.

Inmortalizaron este acontecimiento la zamba de don José Ríos: La Felipe Varela que dice en una parte:
 
“Galopa en el horizonte
tras muerte y polvaderal
porque Felipe Varela
matando viene y se va.

Por otra parte las cuartetas de don Alfonso Carrizo, dicen: 

“De Chile llegó Varela
y vino a su patria hermosa
Aquí ha de morir peleando
por el Chacho Peñaloza”.
 

La resistencia de Salta y el valor de sus habitantes fueron memorables, y merece una permanente recordación.

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