Jaime Dávalos (1921 – 1981)
Jaime Dávalos es la más formidable catapulta de la mejor poesía y música del Noroeste a partir de la segunda mitad de los años cuarenta.
Nació en San Lorenzo, Provincia de Salta, el 20 de enero de 1921, y desde la cuna tenía el destino marcado:
Su padre era Juan Carlos Dávalos, nada menos.
Cursó estudios en su ciudad natal.
Recorrió íntegramente su suelo patrio, de uno a otro confín, en contacto íntimo con la tierra y sus hombres.
Treinta y nueve años pasaron hasta que este salteño empezó a salir del velo del anonimato, aunque había empezado a publicar a los veintiseis.
Y a partir de 1960 libros, y poesías, y cancioneros se sucedieron, y también los premios y los reconocimientos.
Formó una dupla inigualable con otro salteño, Eduardo Falú.
Todos saben lo que salió de esa mezcla: la mejor letra con la mejor música.
Y ganas de renovar el folklore, que por esos años ya sufría lo que sigue sufriendo hoy.
Mal de muchos, consuelo de tontos. Junto con Manuel Castilla y Cuchi Leguizamón, los de estos dos salteños quedan grabados en el folklore serio de la época.
Cuentan que tocaba de oído la guitarra y el charango.
Que, como buen poeta, nunca pudo estar mucho tiempo quieto y salió a buscar al país como dibujante, alfarero y titiritero.
En cuál de esas tardes habrán nacido las obras maestras como Río de tigres, Zamba de la Candelaria o Las Golondrinas.
Jaime Dávalos tuvo siete hijos: de su primer matrmonio con Rosa, tuvo a Julia Elena (conocida cantante), Luz María, Jaime Arturo y Constanza.
De su segundo matrimonio (con María Rosa Poggi) tuvo a Marcelo, Valeria y Florencia.
Todos de alguna manera se mantuvieron ligados a la música y al arte, continuando la tradición de una familia de artistas.
Le debe haber quedado poco por vivir.
Fallece en Buenos Aires el 3 de diciembre de 1981.
Ha reunido en varios libros su producción de escritor, entre los que citamos:
· 1947: Rastro seco (poemas, Salta)
· 1957: El nombrador (poemas y canciones, Buenos Aires, dos ediciones)
· 1959: Toro viene el río (relatos, Buenos Aires)
· 1959: Coplas y canciones o Poemas y canciones (Buenos Aires)
· 1960: Solalto
· 1962: Canciones de Jaime Dávalos
· 1967: La estrella
· 1974: Cantos rodados
· 1980: Cancionero
· 1987: Coplas al vino
· Dávalos por Dávalos, donde su hija Julia Elena Dávalos rescata parte del cancionero de su padre.
Con respecto a las coplas, que escribió y recopiló con ávido afán, dice Dávalos:
«Desde México a nuestra Argentina, la copla bajó por sobre el geológico espinazo cordillerano del continente atando lenguas y corazones, fijando un alma y un idioma comunes, poniéndole palabras a nuestros desmesurados silencios planetarios, donde el hombre americano, síntesis de todas las razas, convive con su madre tierra, ama y trabaja atado a un solo destino: la unión definitiva de América».
Muchas de sus composiciones fueron recopiladas en 1962 en Canciones de Jaime Dávalos. Entre ellas se pueden citar:
· Canción del jangadero
· Hacia la ausencia
· La angaquera
· La golondrina
· La nochera
· La verderrama (cueca)
· Pato sirirí
· Tiempo dorado
· Trago de sombra
· Vamos a la zafra
· Vidala del nombrador
· Zamba de la Candelaria
· Zamba de los mineros
· Zamba de San Juan
· Zamba de un triste
· Zamba enamorada.
Temor del sábado
El patrón tiene miedo que se machencon vino los mineros.
El sabe que les entra como un chorrode gritos en el cuerpo.
Que enroscado en las cuevas de la sangreles hallará el silencio,el oscuro silencio de la piedraque come sombra socavón adentro.
Que volverá, morado, con bagualas del fondo de los huesos su voz, golpeando dura como un puño en el tambor del pecho.
Con pupilas abiertas como tajos le pedirán aumento, mientras quiebren, girando entre las manos, el ala del sombrero, y los ojos, de polvo y pena tristes, les caigan como manchas sobre el suelo.
Hay que esconder el vino entre cerrojos, el vino pendenciero.
Hay que esconder el vino como un crimen, el vino pedigüeño.
Que ni una gota más caiga en la boca desierta del minero, donde el grito se tapa con la coca, y con alcohol la sed de amor y besos.
Hay que esconder la primavera en sangre del vino que descubre los secretos.
El patrón ha mandado que lo guarden y se ha vuelto vinagre en el encierro, de noche tiene vómitos y duendes de luna que se bañan en su cuerpo.
Los ojos del patrón lo custodiaban por arriba del sueño, los ojos del patrón tienen dos ángeles desvelados de miedo.
Jaime Dávalos
Hola me encanta este blog porque me trae muchos recuerdos. Mi nombre es Marta Elvira Gorostiaga hija del Profesor Don Ricardo Enrique Gorostiaga. Mi padre nació en Salta el 3 de septiembre de 1920. Hijo de Catalina Lavandeira (nacida en Concepción del Uruguay-Entre Ríos) y Eduardo Gorostiaga. Conocí al Cuchi Lequizamón en un viaje a Salta que realicé con mi padre. En el lobby del hotel Salta tomando un copetín con el poeta Raúl Aráoz Ansoategui y su esposa Renee apareció un chango con fuerte vozarrón. Cuando mi padre lo saludó yo no podía creer que frente a mi se encontraba el Cuchi. Debo agregar en este punto que como poeta que soy profeso una gran admiración por este notable escritor. Gracias por el blog. Por tantos buenos talentos que nos brindó La Linda y por los recuerdos que llegaron a mí de un pasado cargado de nostalgias
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