sábado, 21 de mayo de 2011

EL GUARDAMONTE SALTEÑO

Quienes tienen el privilegio de transcurrir su vida en Salta, como aquellos que la visitan fugazmente, han tenido oportunidad de ver gauchos con sus caballos ensillados con guardamonte.

Esta tan impresionante como bella imagen determinada por la aparente fusión de jinete, caballo y cueros es sin duda, la materialización visual de un concepto abstracto como es el de “gaucho salteño”.

Considerado válido y aceptado lo arriba expresado, puede resultar de interés permitir que el guardamonte nos cuente su historia –breve y rápidamente- tratando de aclarar interrogantes referidos a su definición. origen, utilidad, fabricación y fundamentalmente su implicancia en la creación de la actual República Argentina, al ser parte indisoluble de lo que se conoce como “gaucho salteño” o “de Güemes”.


DEFINICIÓN

A pesar de que -como salteños- nos parece una obviedad, veremos en qué consiste el guardamonte según definición de famosos expertos en folclore y/o temas gauchescos o tradicionales.

José V. Solá, en su Diccionario de Regionalismos de Salta, nos dice:

“Resguardo de cuero, colocados a ambos lados del apero, que protege al gaucho de las ramas y agudas púas de los montes salteños”.

María F. Osán de Pérez Sáenz (Diccionario de americanismos de Salta y Jujuy), expresa:

“piezas de cuero muy fuerte que cuelgan por delante de la montura, sujetas al arzón delantero por dos correones.

Sirven para defender las piernas del jinete de las malezas del monte.

Semejan grandes alones”.

Félix Coluccio (Diccionario Folclórico Argentino) afirma:

“Prenda de cuero con que los hombres de campo del Norte Argentino protegen sus piernas de la vegetación espinosa de los montes”.

Justo P. Sáenz (h) (Equitación gaucha), nos relata:

“El del salteño, que ideó el propio (apero), amplio de estribos y cerrado de arzones, donde enchufar el guardamontes y asegurar al jinete en la continua acrobacia de la corrida en la selva”.

Tito Saubidet (Vocabulario y Refranero criollo): no lo menciona.

Escasos renglones ocupan estas someras descripciones, en las 2543 páginas escritas por los autores mencionados, evidenciando la escasa importancia que le asignan, sin embargo queda clara su finalidad protectora contra el monte de determinadas áreas geográficas.

Por ello resulta imprescindible escuchar a Juan Carlos Dávalos (Los gauchos) que, con su incomparable prosa nos deleita, ilustra y amplía dicho concepto.

“Asentado el apero y cinchado, se cuelgan de la cabezada (arzón delantero) los guardamontes, y se le asegura con un juego de tientos que van atados a la encimera.

Los guardamontes son el toque característico de la montura gaucha.

Completan admirablemente las líneas del caballo.

Le prestan cierto donaire y se puede decir que gaucho sin guardamontes se siente como desairado, algo así como gentleman que estuviese de frac y sin chaleco.

Los guardamontes camperos no son de proporciones exageradas, como vemos en los pueblos, sino cortos y angostos para que resulten livianos y no sean un estorbo en la carrera (…)”

El inhóspito e impenetrable monte salteño, que sólo puede ser vencido con guardamontes, queda ante nosotros descrito por Dávalos:

“montaron y partieron, y dejando a un lado la senda se largaron al trotecito corto, cerro arriba, pegados al flanco del caballo, sonando los guardamontes con los “guascazos” de las ramas.

Llegaron al borde de un barranco a pique, y los caballos, sentados en las patas como perros, se deslizaron en una resbalada súbita.

Tuvieron luego que trepar por el opuesto borde, y los caballos haciéndose arco lo escalaron arañando” (…) “El hombre se yergue en los estribos, asesta en el guardamonte un lonjazo que estalla como detonación y lanza un largo grito para azuzar la jauría”.

“Me proveyeron de una cabalgada gaucha, incluso guardamontes, cuchillo de 14 pulgadas y coleto: tres cosas sin las cuales no hay tampoco gaucho.

El guardamonte protege las piernas, el coleto (saco de cuero) el cuerpo; el cuchillo la cara del jinete, contra la maraña espesísima y bravía”.

Escueta relación, pero suficiente para poder afirmar que sin la acción protectora del guardamonte, la actividad ecuestre no hubiera sido posible en gran parte del territorio salteño.


FABRICACIÓN

Desde el comienzo de la humanidad, los objetos creados por el hombre en su beneficio –los inventos- nacieron en su mente, producto de la observación, para luego ser materializado con elementos que estaban a su alcance.




El hombre de campo –el gaucho- disponiendo de ilimitada cantidad de cuero, y de un paciente dominio de su cuchillo fue adaptando y creando lo más adecuado para su mayor eficacia en la vida rural, fundamentalmente ecuestre.



Nuevamente Dávalos nos ilustra: “El ensillado que consta por lo menos de treinta piezas distintas, es obra de sus manos…



De sus toscas manos salen elegantes guardamontes, coletos de becerro, guardamontes de cordoban (cuero de cabra) para proteger la ropa.



De sus manos salen lazos para apresar el ganado en el corral y la selva”.



Elegir el cuero adecuado es una verdadera ciencia, que resume siglos de experiencia.



Los mejores se obtienen de animales machos, con pelaje castaño y astas rubias, siendo imprescindible que sea animal flaco, libre de cicatrices que luego debilitan el cuero.



Elegir vaca o novillo, jamás gordo ni buey ni toruno pues el suyo es adiposo y, por ende, débil.



El tiempo seco de invierno, es la mejor época del año para cuerear y estaquear el cuero estirándolo al máximo.



Llegada la temporada húmeda se lo remoja y recién está en condiciones de ser cortado.



ORIGEN Y PROCEDENCIA



Siendo el caballo y la montura procedentes de España, nace el interrogante de si los guardamontes o su adaptación tienen el mismo origen, o fueron creados en nuestra actual Argentina.





En búsqueda de una respuesta, se analizaron los relatos de los cronistas que presenciaron y participaron en la llegada de los primeros caballos y sus monturas.



Así tanto en la conquista de Méjico y Perú existen detallados relatos y descripciones de los caballos y de las sillas que trajeron los conquistadores españoles, la Vaquera y la de Guerra, en las cuales se montaba a “la jineta” o a “la brida” respectivamente, únicas empleadas por los españoles.



Como puede verse en la obra “Caballos famosos, entre la historia y la leyenda”, ningún cronista refiere el empleo de guardamontes, o un posible precursor de los mismos.



En la imprescindible y extensa carta de Guaman Poma de Ayala, titulada “Nueva crónica y buen gobierno”, enviada a Felipe II en 1615, profusamente ilustrada, existen 13 dibujos ecuestres referidos a españoles del Peru con detalles de frenos, silla, forma de montar, estribos y herraduras, sin representar guardamontes o precursores.



En 1608 los vecinos de Santiago del Estero, deben responder al “Memorial real” de este año, donde relatan las armas y cabalgaduras que poseen, las cuales son: caballos de guerra, regalados, de campo y de camino, de caballeriza, de casa, y de pasto.



Espada, daga, cota, lanza, arcabuz y coleto de ante. Resaltándose que se mencionan sillas a la brida y a la jineta, en las cuales no se podía adosar guardamontes, además de que no son consignados ni mencionados.



Corrobora lo expresado, reafirmándolo, el testamento del indio peruano Juan Quisma, citado por Adela Fernandez Alexander de Schor, efectuado en 1608, en Tucumán. De profesión “talabartero o zapatero o sillero”.



Al mencionar a sus deudores dice: “Bernabé Ortiz le debe 6 novillos del resto de una silla que le vendí” (…) “Mujer del susodicho, cuatro pesos de una silla jineta….16 pesos de una silla que le hice a Juan Romero”.



De lo que deducimos que en Tucumán, al igual que en Santiago de Estero, se emplearon, a comienzos del siglo XVII (1600), sillas jinetas, sin referirse para nada al apero criollo ni a los guardamontes.



Así, podemos afirmar que desde la llegada de los primeros caballos a Méjico en 1519, hasta 1608 en Santiago del Estero y Tucumán y, posteriormente Perú en 1615, no se conocían los guardamontes, los cuales, sin lugar a dudas, fueron ideados con posterioridad a dicha fecha en algún lugar de la actual Argentina.



¿QUIÉNES LO DISEÑARON?



Será el Padre Florián Paucke, jesuita polaco, que recorrió Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y el Chaco entre 1747 y 1767, quien en su “Iconografía Colonial” y a través de sus dibujos, nos mostrará las imágenes de 262 caballos montados por indios, criollos o españoles en la guerra, caza o trabajos rurales.



Del análisis de las mismas podemos ver detalles de los caballos, arreos, riendas, estribos y recados o sillas de montar. En ninguna de ellas se visualizan guardamontes, lo cual nos autoriza a afirmar que los mismos no se empleaban en las provincias mencionadas, o no se conocían en el siglo XVIII.



En la profusa bibliografía de viajeros que recorren el país en los siglos XVIII y XIX, se observan detallados relatos y meticulosas descripciones de las sillas de montar o recados criollos, que se emplean en la Pampa y Mesopotamia, sin encontrarse mención de ellos.



Lo relatado nos autoriza a pensar que eran desconocidos en las mencionadas regiones.



La primera relación y descripción de los guardamontes es efectuada por el Gral. José María Paz en sus memorias, que al referirse a Güemes en 1814 nos dice: “Principió por identificarse con los gauchos, adoptando su traje en la forma, pero no en la materia, porque era lujoso en su vestido, usando guardamontes y afectando las maneras de aquellas gentes poco civilizadas”.



Como éstos eran sólo empleados en Salta, siente la necesidad de explicar como son ellos:



“Guardamontes es un cuero de buey, dividido en dos partes y recortado convenientemente, de modo que cae a ambos lados del caballo.



Colocado en la parte delantera de la montura, cubre las piernas y una parte del cuerpo del jinete, preservándolo de las picaduras de las espinas cuando corre por aquellos bosques casi vírgenes”.



“Posteriormente y siendo ya gobernador de Salta, hasta cuando paseaba por la ciudad, solía poner guardamontes, por ostentación, y llegó a tenerlos de mucho lujo, de tela fina y lujoso bordado”.



En similar época, durante la guerra de la Independencia, en el combate de Culpina, el Gral. Gregorio Aráoz de Lamadrid exclama:



“-¡Avancen los húsares de la muerte, no hay que dar cuartel a estos perversos!- y golpeando los guardamontes que llevábamos, atropelló”.



Será Bernardo Frías el severo historiador y exhaustivo recopilador de antiguas tradiciones, quien nos relate cómo eran los guardamontes usados por el General Güemes y sus gauchos, “Quien en las calles de Salta o las de Jujuy lo había admirado pasearse en sus magníficos y fabulosos corceles enjaezados con lujo, luciendo en ellos sus bordaduras militares de oro con incomparable elegancia, y pasaba ahora a contemplarlo provisto de guardamontes desnudos, cubierto con su poncho, ceñido a la cintura el chiripa, crecida la barba y tendido sobre el pecho del caballo, perderse a toda carrera por el monte espeso, espinoso”.



“(…) Güemes ostentaba los famosos guardamontes de sus legiones, haciendo juego con los que llevaban los escuadrones de gauchos que formaban parte de su escolta.



Pero estos, sus guardamontes de ciudad, si los pudiéramos llamar, no eran de manera alguna semejantes a los que usaba en campaña, ni como los que llevaban los gauchos.



Aquella prenda urbanizada era riquísima, primorosa y deslumbrante; porque estos guardamontes de paseo, y que eran no más que mero adorno de su caballo, los llevaba revestidos de seda punzó; en los ángulos como en la línea de los contornos circundándolos, brillaban los bordados de realce, en hilo de oro; de todas sus orillas flotaba al aire el rapacejo de oro, y en la parte superior caían y golpeaban, sacudidas por el andar del caballo, dos grandes borlas de oro también”.



Queda así ante nuestros ojos, claramente demostrado, que el empleo de los guardamontes en Salta, era una práctica habitual antes de la guerra de la Independencia, tanto que fue lo más natural y obvio que los llevaran en sus caballos Güemes y sus gauchos en la vida rural, urbana y en la guerra..
Continúa Bernardo Frías:



“Güemes transportó consigo, con su gente estos usos al Ejército, y así sirvió en el bajo las órdenes de Rondeau con arreos de gaucho y guardamontes. Luego lo tomó por sistema cuando llegó al gobierno, haciendo de ello profusa ostentación”.



La importancia del guardamonte radicaba en que sin ellos era –y es- imposible penetrar en el agreste monte salteño sin ser destrozado por el mismo, lo que significaba una ventaja de incalculable valor sobre las tropas realistas, que veían limitado su desplazamiento solo a zonas con caminos o picadas.



Quedaba así todo el monte bajo el dominio de los gauchos, desde donde efectuaban sorpresivos y letales ataques, precedidos del aterrorizador y paralizante estruendo producido por los golpes de ramas y rebenques sobre el duro cuero de los guardamontes, transformándolos así, en invencibles.



Finalmente en busca de mayores datos sobre el tema de análisis, recurrimos al saber y conocimiento popular, cuya sabiduría demostrada en numerosos ejemplos históricos, raramente se equivoca.



Razón por la cual analizaremos lo que nos dice el cancionero popular en búsqueda de referencias sobre los guardamontes.



En primer lugar, León Benaroz en su Cancionero Popular Argentino, selección de 270 composiciones, representativas de todas las regiones del país: zambas, y chacareras norteñas; cuecas y tonadas de Cuyo, chamamés del Litoral Mesopotámico; gatos, triunfos y milongas pampeanas, etc, nos permitirá iniciar el mencionado análisis.



Como no podía ser de otra manera, la única mención existente en esta selección se encuentra en “Zamba de Anta”, letra de Manuel Castilla y César Perdiguero, con música de Gustavo Leguizamón, de la cual extractamos:



Ay Anta, tierra arisca,Sombra de los tigres, flor del Yuchan.



Si braman los guardamontes,Una vidala se va.



En base a esto, focalizamos nuestra atención en Salta, siendo para ello imprescindible escuchar a Juan Alfonso Carrizo, quien en las 707 páginas de su “Cancionero Popular de Salta”, recopila lo siguiente:



¡Águila que vas volando!



Por la ceja de aquel monte



¿Qué no te pasman las ramas



Que no ponís guardamonte?



Seguida por la copla recogida Nº 3756 de la página 635 que dice:



En la punta de aquel cerro,Yo corrí una vaca overa,



Al ruido de los guardamontes,



Sali escapando polvareda.



Con similar intención, revisamos del mismo erudito autor, su Cancionero Popular de Tucumán, tomos I y II (1146 páginas) sin encontrar mención alguna a los guardamontes.



CONCLUSIÓN



El breve y escueto análisis realizado, nos autoriza a afirmar que el guardamontes fue ideado en Salta, y masivamente empleado en gran parte de su territorio, sin el cual la actividad rural y ganadera habría sido –y es- imposible.



No quedan dudas al respecto, sobre el papel determinante del mismo en la guerra de la Independencia, donde, empleado por Güemes y sus gauchos, fue imprescindible en el tipo de lucha implementado por éste, que le permitió derrotar a las invencibles tropas realistas.



Sin lugar a dudas, en el alma de todos los habitantes de esta provincia, la síntesis y esencia del gaucho salteño tiene un icono inconfundible: el guardamonte.



POST SCRIPTUM



Durante una conversación efectuada sesenta años atrás en una frígida mañana invernal, mientras los caballos aplastaban la escarcha que sosegaba al Río Colomé, escuché a Don Eugenio Guantay, quien con su peculiar y sereno modo de expresarse, quizás estimulados sus recuerdos por el esplendor del rosado día que nacía, manifestó:



“En helados días como éstos, y a mediados de Junio, en tiempos de mi abuelo y hacia la oración, cuando el sol quiere perderse tras los cerros del Poniente, se escuchaba un retumbo como de cueros azotados, y en el último instante en que la luz permite ver, cruzaban el cielo jinetes cuyos caballos ensillados con alados guardamontes volaban en el oscuro firmamento… Decían que eran el ánima de Güemes y sus gauchos que nos seguían cuidando”, afirmó el viejo capataz, mientras su mirada se perdía en la interminable inmensidad de los cerros.



Lucio E. Cornejo



BIBLIOGRAFÍA



María Osán de Pérez Saenz: “Diccionario de americanismos de Salta y Jujuy”. Secretaría de Cultura Prov. De Salta, 2006.José V. Solá: “Diccionario de regionalismos de Salta”. Plus Ultra. Bs. As, 1975.Félix Coluccio: “Diccionario Folclórico Argentino”. Plus Ultra. Bs. As, 1997.Justo P. Saenz: “Equitación Gaucha”. Emece. Bs. As. 1997.Tito Saubidet: “Vocabulario y refranero criollo”. Letemendia. Bs. As, 2006Juan Carlos Dávalos: Obras completas. Vol III, Secretaría Parlamentaria- Dirección Publicaciones. Bs. As 1997.Florián Paucke S. J: “Iconografía Colonial”. 1749. 1767. Editorial Emece, Bs. As. 1999F. de Oliveira Cesar: “Güemes y sus gauchos. Escenas de la Independencia Argentina”. Felix Lajovane Editor, Bs. As 1895.Bernardo Frías: “Historia del Gral. Martín Güemes y de la Independencia de Salta. Tomo III. De Palma. Bs. As 1972.León Benarós: “Cancionero popular argentino”. Ed. Libertador. Bs. As 2001Juan A. Carrillo: “Cancionero Popular de Tucumán” tomos I y II. Baidoco. Bs. As. 1937.Guaman Poma de Ayala: “Nueva crónica y buen gobierno”. Siglo XXI. Méjico 1981

sábado, 14 de mayo de 2011

EL PONCHO SALTEÑO



Quiero sostener que el "Poncho" es una prenda de múltiples usos que define el patrimonio tradicional Argentino y está presente en todas las manifestaciones culturales a lo largo de nuestra Historia, sirviendo como un distintivo de señorío y tradición, así Ponchos Tejidos encontramos desde la baja California hasta la Patagonia y especialmente en las proximidades de la Cordillera de los Andes.




Color


Nuestro "Poncho Salteño", rojo, sangre de toro, con guarda, cuello y flecos negros, se define como la prenda de Cobertura (para el frío o calor), ya utilizada en tiempos prehispánicos y representativo de la población criolla superior.



Es la manta que acompañó siempre a todo viajero.



Mide entre 1,50 o 1,80 por 1,90 o 2,30, dependiendo del tamaño del que lo usa; esta compuesto por dos paños cocidos a mano con punto zig zag o ala de mosca, de color rojo sangre de toro, rojo punzó, con listones negros.



Por razones practicas, se deja abierto unos 0,35 cm. aproximadamente en la parte central, el que sirve para pasar la cabeza, el contorno del cuello, es negro al igual que el moño, esto en señal al luto por la muerte de nuestro General.



En la terminación de la prenda, lleva flecos negros, cocidos a mano de unos 0,6 cm a 0,9 cm aproximadamente.

En la confección del poncho salteño, se puede plasmar, la creatividad en los hilados, respetando los colores que nos identifican, aplicando de esta manera sus costumbres, sus técnicas, dándole a la prenda características particulares y una versatilidad sumamente interesante.

La razón que sea de dos paños, es por su origen Andino antiguo, ya que representa la dualidad en la filosofía y cosmogonía, dos partes inseparables de una totalidad, por lo que esta manta era empleada en toda ceremonia religiosa, luego esta prenda fue adoptada por los criollos, generalizándose su uso.

Puede estar confeccionada de: lana de oveja, vicuña, guanaco, alpaca o llama y de los hilos industriales, de merino, seda etc.

También solía hacerse un poncho de hilo de algodón mezcla con seda, de trama muy ajustada, que servía en los viajes como rompevientos o impermeable.

Cuando hablamos de materiales es prudente hacer referencia a la injerencia que tuvo la fibra de algodón con relación a los materiales autóctonos allá por el 1.560 cuando se introdujeron desde la Serena (Chile) las primeras semillas de algodón, así el Tucumán se convertía en una gran área algodonera
La falta de prendas obligo a desarrollar una producción textil que no tenía grandes antecedentes en la región, actualmente podemos reconocer aquel impacto por medio de las confecciones de bayetas y barracanes que hoy se siguen produciendo en la provincia de Salta y en Jujuy.

En cuanto a las técnicas de su confección artesanal podemos decir que se usaba y se sigue usando a faz de urdiembre, compactada en telar a pala, tejido en telar horizontal de catre.

Respecto a los colores y la tintorería prehispánica, la información dista mucho de poder ser completa, debido a los distintos grupos étnicos y a la utilidad que los mismos dieron a los elementos minerales, vegetales o animales que se encontraban a su alcance.

En las culturas tradicionales el uso de los colores ha estado muy condicionado por su disponibilidad en el medio ambiente, nos referimos al rojo y al azul, colores tradicionales unidos a textiles criollos.

Hacia el año 1600 la vicuña se teñía de rojo, apareciendo el rojo granate en los Ponchos coloniales, incluso coexistiendo con rayas logradas con hilos de oro o de plata.

Sobre la tintorería podemos destacar que el método que caracterizó a la cultura Nazca en el Perú allá en el siglo VI, fue el uso de la cochinilla (dáctilo pus coccus cacto), un insecto muy común en ciertas regiones de América, que habita en los cactus y tiñe la prenda de color rojo.

Haciéndose su uso extensivo hasta la época colonial.

Es claro que la tradición de teñir los ponchos es de muy antigua data y se generaliza su utilidad durante la guerra gaucha, de modo tal de distinguir amigos y enemigos teniendo en cuenta que los componentes de las milicias locales de la época no poseían una uniformidad en el vestir excepto cuadros como los regimientos de Dragones Infernales.

Había en Salta un cura de apellido Zerda, activo y convencido realista que resolvió crear un escuadrón o unidad de milicias en defensa de la Corona.

Este personaje armó, uniformó y sostuvo esta unidad a su costa, y la llamó Los Angélicos, por considerarlos como los ángeles defensores de una justa causa.

El Gral. Güemes, retrucó su iniciativa creando el Regimiento de "Los Infernales" a quienes uniformo de color rojo, tal como hasta hoy los conocemos, este alegaba que con los Infernales vencería a los falsos ángeles, en aras de una causa aún mas justa que las de los Angélicos.

Los Infernales son sin duda uno de los regimientos más famosos en la historia de nuestra Independencia, exponentes cabales de la idiosincrasia gaucha.

La velocidad sorprendente de sus ataques, retiradas y emboscadas, hicieron que los jefes realistas, excombatientes de la guerra Napoleónica en Europa, exclamasen en más de una oportunidad:

- ¡Son demonios que parecen fantasmas!

Dice en el Güemes Documentado Pág. 98 Tomo VIII que el Gral. Don Martín Miguel de Güemes en el año 1819 le solicita al Capitán Don Juan Esteban Arias de Navamuel (Administrador de los Almacenes del Estado de Salta), se encargue de la distribución de 257 ponchos surtidos, entre las divisiones Militares existentes.

Existen documentos varios, obtenidos del Archivo de la Provincia en donde el Gral. Güemes ordena entre otras cosas, la compra de bayeta color grana, otro de bayeta color azul, estas para la confección de ponchos de sus escoltas, como también bayeta de color verde para la confección de los uniformes.

En mas de una oportunidad y dado la pobreza que muchos de ellos tenían, su "Poncho" era el puyo o manta, la frezada o frazada que se acomodaba para cumplir la función de tal, si bien es cierto muchos de ellos que procedían de distintos lugares traían su "Poncho" de la zona, pero eran los menos.

Según Carlos Gregorio Romero Sosa, Martín Miguel de Güemes ejerce su mandato como Gobernador de la provincia de Salta, entre los años 1815 al 1821, que comprendía, Salta, Jujuy, Tarija y Oran, mas los distritos rurales, este impuso a sus milicianos el uso del poncho con tonos rojos y guardas negras.

La Profesora e Historiadora Teresa Cadena de Hesling, en sus escritos menciona que "El poncho se utilizaba como abrigo para el frío, la lluvia y que a la vez le servia de cobija para dormir.

Los colores de esta prenda variaban de acuerdo al gusto de la tejedora, desde el color natural de la lana de oveja, los sepias, los azules con franjas blancas, los rojos con franjas blancas azules o negras, los marrones con franjas negras o blanca, siendo estas franjas rectas sin guardas comunes en los ponchos pampas de influencia Araucana.

De acuerdo a lo que hemos podido indagar, respecto de la opinión de la mayoría de los autores, en lo referente a la posibilidad de la existencia del poncho colorado, borravino o sangre de toro en el siglo XVIII y XIX, considero que ya tenían desde la época prehispánica todos los elementos para obtener dicho color, corroborando la misma con los tejidos hallados en las urnas funerarias de los indígenas.

Existe una teoría que el color del poncho salteño se debe al colorante vegetal más conocido y barato de la vieja época "el rocú" muy común en el Sur de Bolivia y Norte de Argentina, colorante que era usado por los aborígenes para sus teñidos y que luego fue adoptado por los lugareños.

Reafirmando, la existencia del poncho colorado con guardas negras.

Otro antecedente importante es la pintura de Aristene Papi, quién ilustro por transmisión oral "La Muerte de Güemes", prevaleciendo en la misma, los ponchos colorados con franjas negras sin flecos ni cuello de boca de color negro.

Razón por la cual, hoy se entiende que el luto que lleva el poncho es el cuello y moño negro.

Hay un documento en donde, El Fundador de la Agrupación de Gauchos de la Viña viene a Salta a desfilar para la Inauguración del Monumento al General Martín Miguel de Güemes, el 20 de Febrero de 1931, el mismo deja escrito, lo referente al premio que se hiciera acreedor, por haber sido la mejor Agrupación que desfiló en esos momentos y que fuera otorgada por el entonces Presidente de la Nación Teniente Coronel Don José F. Uriburu.

En un párrafo posterior de ese documento escribe: "quedando desde dicha fecha el poncho colorado, franja y fleco negro como distintivo de la Agrupación Tradicionalista Gauchos de Güemes".

En Octubre de 2003 por iniciativa del Sr. Administrador del Mercado Regional de Salta, Don Aldo Isidro Rivera y artesanos (poncheros) de la Provincia, se perfila la posibilidad de establecer a nivel de la Secretaría de la Producción y el empleo de la Provincia, el sello de producto Salteño para el "Poncho Salteño" en el marco de la Ley 7.163.

Con fecha 21/10/03, por intermedio de la Secretaría de la Comisión AD HOC, se emiten especificaciones técnicas para el "Poncho Salteño Güemesiano".

El día 10/11/03 se hace entrega del primer certificado de sello de Producto Salteño al "Poncho Salteño Güemesiano", y es realizado el día de la Tradición.

Este hecho reafirma de alguna manera, lo que hace 77 años, se estableciera.

La vigencia para La Agrupación Tradicionalista Gauchos de Güemes, del "Poncho Salteño", colorado, sangre de toro, con guarda y flecos negros, de acuerdo al documento de Don Virgilio Núñez Zambrano.

Jorge Virgilio Núñez


sábado, 7 de mayo de 2011

EL GAUCHO SALTEÑO



Cuando nos referimos a “El Gaucho Salteño”, estamos recordando al tipo humano que se asentó desde principios del Siglo XVII, en la zona rural de Salta y que tenía características únicas de hábitos seminómades y gran jinete; que conservaba los rasgos sobresalientes de sus antepasados mestizos (español y aborigen).


Se dedicaba a tareas agrícolas, en tierras pertenecientes a hacendados hispano – criollos; destacándose en los cultivos, pero sobre todo en la ganadería, donde la principal actividad, era el engorde de hacienda vacuna y mulares para ser vendidos en el Alto Perú para las explotaciones mineras y el transporte.



La naturaleza donde nace y se forma “El Gaucho”, en las inmensidades y hostilidades de los montes y selvas de la región; en arriesgados trabajos, entre los animales cimarrones, chúcaros y las fieras, forjaron su carácter en la lucha diaria; contaba solamente con el caballo y sus armas gauchas para afrontar la muerte permanente.


Esta capa social mestiza, es a la que pertenecía al que llamamos “El Gaucho”, individuo de una gran destreza y habilidad para el manejo del caballo; observador y conocedor del medio en el que desarrolla su vida; baqueano y rastreador; verdadero topógrafo, que podía anticipar la calidad de los suelos por su vegetación, pronosticar una tormenta por el vuelo de los pájaros, capaz de detectar cualquier cambio y alteración, por la movilidad de los animales en el monte y la selva.-


Siendo estos los atributos, base, de las grandes hazañas que brindaron estos centauros a la Independencia y Libertad, en el transcurso de la Guerra Gaucha.




El Espíritu de Independencia:




Los Gauchos, así unieron a su incesante lucha diaria, la defensa de su tierra contra los extranjeros, entregando hasta su sangre para consolidar la Unidad y Libertad de los Pueblos de un mismo origen, habla y religión.


Por que el gaucho, tenía prendida en su pecho, la filosofía revolucionaria de fondo, de Independencia, de Libertad, de Justicia y Hermandad, muy superior a la filosofía de sumisión de pueblos para esclavizar pueblos, donde se apoyaron muchos imperios.


Ya estaba formado en su carácter el espíritu de independencia; por su aspecto altivo, su orgullo salvaje; por su valor sin límites, por su solidaridad de libertad é independencia, que es lo que Salvó a la Patria y dio Patrias a otras Patrias.


La Guerra de los Gauchos:



La Guerra Gaucha, fue la creación genial del General Martín Miguel de GÜEMES, apoyada superiormente por el General José de San Martín, que comprendieron y supieron canalizar el valor inconmensurable de esa fuerza Gaucha, para la defensa del suelo Patrio, que permitió se pudiera realizar la Campaña Libertadora de América sub Tropical.


Por que “El Gaucho” es soldado de Caballería por su propio instinto natural. Poseedor de las cualidades guerreras que le permitieron ser el artífice de la movilidad, de la iniciativa, de la sorpresa, que le exigen el pleno dominio de las facultades del coraje, audacia, sangre fría y el golpe de vista de decidir instantáneamente, la maniobra táctica para salir airoso en la pelea. Fue la materialización misma del “centauro” de la leyenda.


Que generaron aseveraciones, como las vertidas por un propio General de la Caballería Española, cuando en sus crónicas manifestaba: “.....



Los Gauchos, que son hombres de campo, bien montados y armados precariamente con machetes, lanzas y boleadoras, sobre sus caballos con sorprendente habilidad, acercándose a las tropas con tal confianza, soltura y sangre fría, que sorprendía y desconcertaba a los soldados Españoles, que por primera vez observaban a aquellos hombres extraordinarios a caballo, y cuyas excelentes disposiciones para la guerra de guerrillas, lograban sorprenderlos, desbaratando todas las estrategias militares desplegadas....”


Por eso, un escritor militar moderno, como el Mayor Radulovic, hizo Justicia a la Guerra de los Gauchos, cuando manifiesta que tuvo que producir un libro para demostrar que el “Héroe de la Independencia Sud tropical Americana” era “El Gaucho” y llega a la siguiente conclusión:


“Cada uno de esos Gauchos, serviría de modelo para fundir en bronce la estatua del Soldado Irregular de Guerrillas”


El Gaucho Salteño y la Guerra de La Independencia:



El General Martín Miguel de GÜEMES, para cubrir las necesidades de la guerra, y ante la falta de recursos para costear un Ejercito permanente, agravado por la ausencia de ayuda por parte de Las Provincias Unidas, convocó a los Gauchos Salteños para conformar lo que se conocería con el nombre de “Las Milicias de GÜEMES”.


Cuando la voz del Jefe se alzó pidiendo el concurso para defender la patria invadida por los realistas, todo el gauchaje acudió, abandonando sus ranchos, mujeres, hijos y labores, para convertirse en los magníficos centauros inmortalizados con el nombre de “Los Gauchos de GÜEMES”.


Que tanto sabían llevar una carga de caballería por entre el más tupido monte, como transformarse en eficiente infantería, en que sus dóciles animales servían de murallas y escudos.


Con sus sombreros retobado y ponchos al viento, las cabalgaduras, ataviadas con el tradicional apero y los infaltables guardamontes, enseres que en la totalidad del conjunto, les proporcionaba un aspecto fantasmal alado.


Situación explotada por el gaucho con toda habilidad y maestría recurriendo a ciertos ardid, tales como el de castigar con el rebenque sobre los guardamontes, produciendo un atronador rugido que causaba pánico y desconcierto total en los enemigos, que desconocían esta situación.


Los Gauchos, que sirvieron a las órdenes del Gral. GÜEMES, y sus Capitanes, cuando eran convocados a las filas, lo hacían con sus pertenencias, ( pilchas, poncho, caballo, apero, lazo, guardamontes, facón y boleadoras) y como armas para el combate, una lanza hecha con tacuara con una chuza o cuchillo en la punta.


Carecían de uniformes y armamento adecuado para la guerra, en razón de que no eran soldados de línea, tales como Los Infernales, Granaderos, Húsares, Dragones o Cazadores, todo les faltaba, pero tal como lo manifestara su Jefe el Gral. GÜEMES, en una carta en la que expresa:


“.....balanceado los riesgos que presenta la miseria de la expedición, con las ventajas que de su efecto podrán resultar a la Causa; en las precisas circunstancias de nuestro estado político e inclinada la FIEL por la Causa, despreciando los inconvenientes......”


“....pero si, llevando gravado en el pecho de cada uno de mis Gauchos el lema: “MORIR POR LA PATRIA ES GLORIA”.


Los Gauchos de GÜEMES en el presente:



Salta, supo mantener sus tradiciones, y con el correr de los años, todavía Los Salteños seguimos manteniendo vivos los recuerdos, la gratitud y agradecimiento para con aquellos heroicos guerreros que inmolaron sus vidas para brindarnos la Libertad de este suelo y Países Hermanos.



Es por ello, que en cada Paraje, Pueblo o Ciudad de nuestra Salta, está la presencia de aquellos bravos centauros a través de Los Fortines de la Agrupación Tradicionalista de Salta GAUCHOS DE GÜEMES.



Que año tras año, para el 17 de Junio vienen desde los más recónditos lugares de nuestra Provincia, para estar presente frente al pedestal de roca viva que inmortaliza en el bronce al máximo Héroe de la Salteñidad, rindiendo su sentido homenaje y de alguna manera renovar aquel compromiso que asumieron los mayores, cuando dieron ese heroico “Si” en la Gesta Libertadora.


“YO NO TENGO MAS QUE GAUCHOS HONRADOS Y VALIENTES.



CON ÉSTOS LOS ESPERO, A USTED, A SU EJERCITOY A CUANTOS MANDE LA ESPAÑA”