La primera ciudad que se estable en el Tucumán fue Santiago del Estero, fundada en 1533 por Francisco de Aguirre, quien la reclamó para la jurisdicción de Chile, pero, finalmente, una Real Cédula la puso bajo la autoridad de la Audiencia de Charcas. Jerónimo Luis de Cabrera recibió órdenes del Virrey Francisco de Toledo de fundar una ciudad en el Valle de Salta para garantizar la pacificación de la zona, pero el conquistador se fue muy al Sur y fundó Córdoba, convencido de que con ello ampliaba el control sobre el territorio y se aproximaba a un puerto sobre el Atlántico que aún no se había construido, la futura ciudad de Buenos Aires.
LLEGA LERMA AL TUCUMÁN
En 1577 el Rey Felipe II designó al Licenciado Hernando de Lerma Gobernador de la Provincia de Tucumán; cargo que tardó dos años en asumir porque el flamante gobernador no disponía de medios para costearse la larga travesía hasta su destino, tal es así que en Potosí los oficiales reales le dieron un préstamo para que pudiera llegar a la ciudad de Santiago del Estero. El nuevo gobernador llegó a la sede de su gobierno el 16 de junio de 1580 y, tan pronto lo hizo, mandó encarcelar a su predecesor, Gonzalo de Abreu, sospechado de apoderarse de tierras, y su familia. No conforme con ello procedió a torturarlo hasta que murió en 1581. El Obispo de entonces, fray Francisco Victoria, envió al Deán Francisco de Salcedo para que se hiciera cargo de la iglesia en Santiago. A su llegada fue bien recibido por el gobernador que lo albergó en su propia casa, hasta que comenzaron a enfrentarse por motivo de la validez de sus respectivos títulos, el uno de Deán, el otro de Licenciado. La disputa llegó a tal extremo que se formaron bandos entre los ciudadanos, hasta que Lerma ganó la contienda ocasionando que Francisco de Salcedo se decidiera a regresar al Perú, pero fue detenido en Talavera y encarcelado humillantemente junto a criminales comunes. Nadie se atrevía a contradecir ni enfrentar a Lerma porque quienes lo hacían padecían apremios legales hábilmente preparados por el gobernador, con los que los despojaba de bienes, libertad y hasta de la vida. La soberbia y la impunidad de Lerma fueron en crecimiento, a tal punto que no vacilaba en vejar a funcionarios, clérigos y civiles, ya que, lejos de las altas autoridades del Perú, no podían hacer llegar las quejas por su despotismo.
EL VIRREY ORDENA FUNDAR UNA NUEVA CIUDAD
Cuándo el Virrey Toledo ordenó a Lerma la fundación de una ciudad al Norte de Santiago, que asegurara las comunicaciones en la gobernación del Tucumán, los pobladores se sintieron aliviados porque sabían que esa obligación lo distraería. Apelando a su poder, el Gobernador convocó a los encomenderos de la zona para que costearan la empresa con bienes e indios y lo acompañaran en la nueva fundación. El 3 de abril de 1582 setenta españoles, acompañados por indios pacificados, llegaron al paraje de Siancas y lo estudiaron en su situación estratégica en relación con el valle Calchaquí. Finalmente decidieron que el valle de Salta era más propicio para la fundación porque permitiría controlar a los calchaquíes y a los homahuacas que amenazaban los caminos de la zona. El 16 de abril de 1582, el Licenciado Don Hernando de Lerma, en nombre de la Santísima Trinidad, de la Virgen Santa María, del Apóstol Santiago y de Su Majestad el Rey de España, fundó la ciudad de Lerma en el valle de Salta, distribuyendo los solares para el Cabildo, la Catedral y los primeros vecinos, entre quienes se encontraba Ruy Díaz de Guzmán, autor de La Argentina manuscrita.
No se estableció Santo Patrón el día de la fundación sino que fue elegido después en un sorteo realizado el 30 de setiembre, en el que la niña Petronita de Bobadilla sacó el nombre de San Bernardo Abad, aunque cayó en el olvido y se lo relegó a un segundo plano a favor de San Felipe Apóstol, por lo que la ciudad pasó a ser reconocida como San Felipe de Lerma, valle de Salta. Luego de realizar el acto de fundación, Lerma dejó a cargo a su maestre de campo Lope Bravo de Zamora. Actitud que sorprende, ya que tratándose de una fundación estratégica el gobernador debería haberle prestado mayor importancia pero estaba más preocupado por mantener el control sobre los pobladores de las ciudades ya existentes. Tal es así que tan pronto como regresó a Santiago mandó a encarcelar a todos aquellos de quienes sospechaba.
LUGAR INSALUBRE
En una reunión celebrada el 6 de abril de 1587 se trató la necesidad de trasladar la ciudad a un emplazamiento menos insalubre, ya que el sitio estaba sitiado de ciénagas o pantanos, que el fundador había considerado de importancia estratégica para la defensa de la población, ya que funcionaban a manera de fosos que facilitaban contener el ataque de los indígenas que asediaban la ciudad permanentemente
El tema del traslado fue tratado nuevamente en el Cabildo Abierto de 18 de marzo de 1588, proponiéndose como nueva locación las costas del río Vaqueros, sin embargo no se hizo lugar a la moción porque el río no tenía un caudal permanente todo el año y amenazaba con dejar a los pobladores sin agua durante el invierno.
Finalmente prevaleció la actitud de conservar el emplazamiento ordenado por Lerma y tratar de mejorarlo con trabajos de ingeniería.
LA CAÍDA DEL DÉSPOTA
La ciudad de Lerma se encontró durante mucho tiempo sin asistencia espiritual porque la actitud de su fundador enfrentándose con los clérigos ocasionó que ningún religioso quisiera aventurarse por sus dominios.
Cuando estuvieron designados Fray Francisco Vázquez y Francisco Solís como administradores de la Catedral, sus prédicas molestaron al Licenciado de Lerma, quien comenzó a amenazarlos, a tal punto que los feligreses temían entrar a la iglesia. No conforme con ello mandó prenderlos, pero los clérigos se refugiaron en la Catedral acogiéndose al seguro de asilo. Por lo que el Gobernador se ensañó con los amigos de los sacerdotes dándoles cárcel.
Finalmente las quejas llegaron a la Audiencia de Charcas, autoridad por encima de la gobernación del Tucumán que designó el 6 de noviembre de 1583 al Capitán Francisco Arévalo Briceño alguacil mayor de la Real Audiencia para que se encargara de atender las denuncias y en 1584 detuvo en Santiago del Estero al Licenciado Hernando de Lerma. El pueblo manifestó públicamente su regocijo cuando el déspota fue detenido y procesado.
El juicio fue iniciado en Chuquisaca, pero el Licenciado apeló al Real Supremo Consejo de Indias y fue a dar a Madrid, donde fue encarcelado y murió muy pobre antes de recibir la última sentencia definitiva en su causa.
El gobierno quedó interinamente a cargo del Capitán Alonso de Cepeda, quien se mantuvo en el cargo hasta 1586 cuando asumió el nuevo gobernador designado por el rey, Juan Ramírez de Velasco. En 1587, luego de cinco años sin la asistencia de los Sacramentos, la ciudad de Lerma recibió al Licenciado Pedro López de Barrasa para que se hiciese cargo de la Catedral y del consuelo espiritual de los salteños.
EL NOMBRE DE SALTA
Debido a los procederes del Gobernador del Tucumán y Fundador de Salta, sus contemporáneos juzgaron que lo único bueno que había hecho fue acatar la orden del Virrey Toledo de fundar una nueva ciudad, pero nadie quería recordar sus abusos y ni siquiera su nombre. Ya en Documentos no muy posteriores a la destitución de Lerma, la ciudad comienza a ser llamada San Felipe el Real o Ciudad de Salta.
El nombre del paraje, valle de Salta, era muy anterior a la fundación de la ciudad y puede provenir del nombre de los indios saltas; o salla ta “peñas-lugar”; o sagta “muy hermoso”; o sagtay “reunión de lo sobresaliente”. Acepciones que no se contraponen sino que enriquecen semánticamente el nombre del lugar que ha sido asiento de muchas poblaciones nativas antes de la llegada de los españoles, un lugar ubicado entre montañas, un valle hermoso que se prestó para ser reunión de importantes transacciones comerciales y hechos históricos.
OTRA VERSIÓN
Esta terrible historia que aparentemente explica el actual nombre de la ciudad de Salta tiene sin embargo otra versión. Por esta otra historia el Licenciado don Hernando de Lerma fue uno de los pocos hombres ilustrados que llegó a las colonias, poseía un titulo universitario, era licenciado en leyes; muy diferente en eso a los aventureros segundones y otra clase de gente de dudosa reputación que pobló América.
Según algunos, don Hernando de Lerma enfrentó el poder de la Iglesia con su poder temporal porque tal vez fue un marrano, o judío converso, y trató de proteger a otros como él en suelo americano. Su conocimiento de leyes lo hizo un adversario temible, por lo que la Iglesia se confabuló en su contra creando versiones terribles sobre su persona. Las historias sobre su despotismo y herejía se difundieron entre sus contemporáneos y en las cortes de justicia hasta lograr su condena. Esas versiones fueron las que llegaron hasta nuestros días.