La ubicación geoestratégica de Salta en el centro del Virreinato del Río de la Plata le trajo prosperidad económica, poder político, vinculaciones sociales y desarrollo cultural, gozando de una situación privilegiada.
El virreynato del Perú, con su capital en Lima, era el centro del poderío hispánico en América y como era de esperarse, desde alli, vino el intento de anular el ejercicio del gobierno propio asumido por los americanos en Buenos Aires, tras el pronunciamiento de 1.810
Salta se adhirió con su posición y recursos; mientras desde Buenos Aires subieron las ejércitos para terminar con la amenaza realista, convirtiéndola en el epicentro de un prolongado y encarnizado enfrentamiento.
Las derrotas de Huaqui,Vilcapugio y Ayohuma sucesivamente, demostraron que si el objetivo era terminar con el centro del poder realista, el camino no era por estos rumbos, pués el enemigo concentraba aquí todo su poderío, con el propósito de bajar hasta Buenos Aires, para terminar con el único foco, aún en pie de la rebeldía americana.
Para defender a las Provincias Unidas del Río de la Plata y emancipar el resto de América había que abandonar ésta ruta, optando por la ofensiva por el oeste, venciendo la barrera natural de los Andes, para caer en Chile primero y en el Perú después.
Para que esto fuera viable, había que mantener la defensiva en el tradicional escenario de confrontación, el alto-peruano y el salto-jujeño, con un doble propósito.
Por un lado, para evitar el avance del enemigo y que con ello, anulara toda posibilidad de acción y por el otro, dividir su poderío en espacios distantes y distintos, a fin de impedir, que con su concentración tornara imposible la nueva opción por el oeste.
Concretada ésta etapa, operaría la ofensiva e invasión, tanto desde las Provincias Unidas del Río de la Plata, cómo desde Chile, juntándose en el Perú los ejércitos operantes, para terminar con el dominio hispánico en América.
Güemes participó activamente en uno de los frentes decisivos de la contienda, el salto-jujeño; primero liderando las avanzadas, con la misión de contener al enemigo, lográndolo con éxito y tras la derrota del grueso del ejécito en Sipe-Sipe, le fue confiada la defensa de las Provincias Unidas del Río de la Plata y la seguridad del ejército derrotado.
Los hechos históricos son muy complejos para ser obra de un hombre, evidentemente son concretados por el sujeto colectivo interviniente, el que enaltece a quien lo guía en aras de objetivos supremos.
A partir de junio de 1.816 actuó como conductor, no como comunmente escuchamos, de una montonera de gauchos desorganizados, sino del accionar de un auténtico ejército de milicias campesinas, no estable, pero sí debidamente organizado, contando para ello con un Estado Mayor, escuadrones y compañías, agrupados acorde al lugar de dónde procedían y con todos los servicios propios de un ejército en campaña.
Las acciones que llevaron adelante no respondían a la estrategia de una guerra regular con tropas de línea o veteranos, que lucharan mediante batallas campales, sino que apelaron a la guerra de recursos.
Sin recibir, ni dar batalla decisiva al enemigo: persiguiendo, acosando y castigándolo en sus posiciones y movimientos; guerra lenta y penosa, llevada adelante por hombres aunados con el paisaje en una conspiración perpetua.
Obligaron el enemigo a actuar en un vastísimo espacio, alejado de sus bases de operaciones, sin ningún apoyo logístico y enfrentado a la desgastante guerra de recursos, la que a lo largo de la Historia siempre resultó triunfante.
El espacio social en el que se desarrollaron las acciones no fue la frontera norte de las Provincias Unidas, cuyos límites en esa dirección, heredados del antiguo Virreinato estaban en el confin de la actual república de Bolivia.
Por lo que a Güemes erróneamente se le sigue llamando defensor de la frontera norte, cuando en realidad fue el supremo defensor de su independencia.
Los cientos de combates que libraron, acontecimientos de efímera duración, formaron parte de un proceso histórico, obra del sujeto colectivo, el pueblo en armas, el que luchó y murió con valor y honor por la libertad de ésta tierra y la de su gente.
El ejército regular no volvió a operar y los intentos enemigos de llegar a Buenos Aires, sólo se disiparon cuando San Martín amenazó con el desembarco en Lima.
Ahora era necesario pasar a la ofensiva, desde el centro de las Provincias Unidas del Río de la Plata avanzando hacia el norte, con el apoyo de los altoperuanos, mientras San Martín desembarcaba en Lima y desde allí se proyectaba hacia el interior, para atrapar entre ambos en un movimiento envolvente a las fuerzas enemigas.
Este desafío era de difícil ejecución, pués la guerra civil enfrentaba a las provincias hermanas, llevándolas a la disolución nacional.
Sólo se podía confiar en la demostrada eficiencia y disposición de Güemes y de quienes lo secundaban, en la larga contienda sostenida con recursos propios, por lo que San Martín lo nombró jefe del ejército, que debía accionar desde éste frente, logrando poner en marcha la avanzada que llegó a Inquisivi, en febrero de 1.821.
El enemigo asignó vital importancia a éste doble frente ofensivo de San Martín y Güemes, tratando de evitarlo por todos los medios, a fin de neutralizar el eventual avance combinado, inclinándose por decisiones extremas, tales como la de apresar o matar a Güemes, logrando lo segundo en un desesperado y último avance sobre Salta.
Tras la muerte de Güemes en el frente salto-jujeño se acordó una tregua, la que comprometió la situación de San Martín, al permitir que las fuerzas enemigas, que operaban aquí pasaran a reforzar a las del Perú, afectando el desembarco de un ejército por los puertos intermedios, las operaciones en las Sierras y las de los patriotas del Alto Perú.
Las sucesivas derrotas en éstos frentes, llevaron a San Martín a entrevistarse con Bolívar en Guayaquil, dejando en sus manos el triunfo final frente al enemigo.
Con lo expuesto quedó demostrado que Güemes constituye con San Martín y Bolívar, la trípode gloriosa sobre la que descasa la independencia americana.
En pro de la misma causa, actuaron en tres escenarios distintos: el centro de las provincias Unidas del Río de la Plata, Chile y Perú, Venezuela y Nueva Granada. Las tres campañas fueron fundamentales y se complementaron, en pro del visionario destino americano.
Pensado, no sólo en lo militar en pro de la emancipación, sino fundamentalmente en lo político, en favor de la unidad.
Los propósitos militares se cumplieron. Pero en el plano político, el resultado no figuraba en el proyecto originario: la formación de las diferentes naciones y en virtud de ello la pérdida de la base de una futura grandeza, por el menoscabo que ello significo, tanto en los recursos materiales como en los humanos.
La división, el estancamiento, el enfrentamiento y la dependencia puso a los países americanos en desventaja frente al mundo.
Para nosotros se sumó que la segregación del Alto Perú del Río de la Plata, significó que dejáramos de ser para siempre bioceánicos (Atlántico-Pacífico) y biocuenas (Del Plata -Amazonas), con las consecuencias que ésto trajo aparejadas.
La historia de Salta, ni empieza ni termina con la gesta en defensa de la independencia de la Patria, pero nuestra conciencia histórica demanda, que ésta figure en los contenidos de la Educación Argentina en todos sus niveles, éste es un desafío que debemos asumir como comunidad, por tratarse no sólo de un reconocimiento material y moral por defender durante tantos años la seguridad y la independencia del resto de las provincias hermanas, sino porque es el único camino hacia una auténtica reflexión, acerca de quienes y como somos, generando con ello nuestra identidad con respecto al país que habitamos y nuestro compromiso con su destino.
La formación de recursos humanos conscientes del devenir histórico del que son producto, es un elemento clave, para la concresión de cualquier proyecto socio-político y económico de un país, que apunta a la modernización, en el siglo XXI, en un mundo envuelto en un proceso de globalización y de crisis de los valores, que templaron el espíritu de quienes forjaron nuestra nación.